Italia: la gran decepción de este mundial fue la campeona del mundo hace 4 años. Se quedó en 1ra ronda a pesar de ser cabeza de serie en un grupo bastante accesible, donde apenas empató contra un combinado semiprofesional (Nueva Zelanda) y perdió ante un rival que debutaba en mundiales y que a priori era claramente inferior (Eslovaquia). Este desastre refleja la decadencia en la que se está sumergiendo el calcio italiano en el último lustro, y que se observa claramente cuando su principal equipo del momento, el Inter de Milan, consiguió un triplete histórico pero sin ningún italiano en su once titular.
Francia: el patético transitar de una selección plagada de escándalos, de la mano de un entrenador (Domenech) que realizó una convocatoria basada en predicciones astrológicas, con jugadores aburguesados, peleados entre ellos, sin ninguna respuesta anímica cuando las circunstancias lo exigían (como el partido frente a México), dieron en el piso con los huesos de una escuadra que es la vergüenza de una nación. Hasta el presidente Sarkozy tuvo que exigir explicaciones a las autoridades del fútbol galo por tamaño desastre.
Inglaterra: una escuadra abúlica, fofa, rígida, predecible.. Ése es el legado de una generación que estaba llamada a reverdecer los viejos laureles de 1966, pero que jamás pudo plantarse en unas semis de un mundial o de una Euro en toda la década. El tiempo de los Lampard, Gerrard, Terry, Ferdinand, Heskey, Beckham, Scholes, Neville y compañía ha llegado a su fin, y por lo que se ve en su hipermarketera Premier League, cada vez se ve más difícil que haya una generación de jugadores que pueda tomar la posta adecuadamente. Apenas Wayne Rooney sobrevivirá a este penoso andar en tierras africanas. Se vienen tiempos oscuros para los inventores del fútbol.
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